En la Argentina, y tras la iniciativa del Colegio Médico de Córdoba, festejamos el Día del Médico desde el año 1956 para reconocer nacionalmente el trabajo que realizan estos grandes profesionales de la salud.
Cada 03 de diciembre, es un día dedicado a aquellas personas que destinan largos años de su vida a la formación y práctica profesional para brindar atención médica de calidad, trabajando por un país con más salud y mejor calidad de vida.
El día del médico se celebra en honor al médico cubano Carlos Juan Finlay Barrés, nacido un 03 de diciembre de 1833.
El Dr. Finlay Barrés confirmó la teoría de que la propagación de la fiebre amarilla era a través del mosquito Aedes aegypti, un hallazgo de trascendencia mundial que evitó miles de muertes en América latina.
Durante las guerras por la independencia cubana fue convocado por el ejército de EE.UU. para que analizara las bajas de los soldados por la fiebre amarilla y allí comprobó que el mosquito antes mencionado era el transmisor de dicha enfermedad.
Sin embargo, recién 20 años después tomaron en serio su hipótesis, antes subestimada por sus colegas ante la Academia de Ciencias de La Habana. El médico cubano falleció en 1915, pero pudo comprobar en vida los trascendentes resultados que se obtuvieron en la disminución de la frecuencia de la fiebre amarilla gracias a su descubrimiento.
De todas las profesiones, la medicina reclama integridad en cuerpo, alma del especialista, y una visión humanista propia del profesional.
Ésta última se ve reflejada en su labor al momento de atender a una persona, de salvar una vida, de encontrar una cura o ayudar a afrontar alguna enfermedad.
La profesión de la medicina fue y es considerada como una práctica que requiere dedicación total; y es por esto mismo que, con el correr de los años y merecidamente, los médicos llegaron a ser una figura de gran importancia a nivel mundial.
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